¡Miserable de mí!

Romanos 7

En este capítulo seguramente muy conocidos podemos aprender principios claves para nuestras vidas espirituales. No habla acerca de cómo la ley produce pecado en nosotros. La ley no es que nos lleva al pecado directamente, sino que al establecer un juicio entre lo bueno y lo malo, eso no cataloga a nosotros pecadores o no pecadores. Entonces la simple presencia de la ley, hace que abunda el pecado en la humanidad. Por eso más adelante dice que donde sin la ley, el pecado está muerto, porque de esa forma no se podrá catalogar a las personas. Pero la gracia trabaja de otra forma. Bajo la gracia ya no hay ley. Ningún ley hay, sino que todo se trata de fe. La ley produce pecado, así que lo que hizo Dios fue quitar la ley e instituir la gracia que es por medio de la fe. La fe no produce pecado, sino que produce convicciones individuales de cómo vivir una vida agradable a Dios. Estas convicciones deben estar basados sobre la biblia, pero no tomándolo por ley sino por fe. Entonces "porque sin la ley el pecado está muerta", por eso Dios hizo morir la ley en nosotros (con el sacrificio de Cristo) y ahora vivimos en la gracia de Dios, sin ley. La ley no es mala en sí, lo que tiene es que es santa, y es perfecta, de tal manera que los humanos nunca podrán llegar a cumplir la ley, porque el hombre es imperfecto y no es santo, por lo que le ley condena al hombre ya que condena al pecado.

Cuando hay pecado en nosotros (por la existencia de la ley en nosotros), ese pecado nos controla de una forma inconsciente. Conscientemente vemos lo que está pasando pero no lo podemos detener. El pecado nos lleva cautivos a hacer lo que nuestros miembros quieren. Conscientemente queremos hacer una cosa, pero inconscientemente hacemos lo contrario. Pablo describe esto diciendo que hay un mal que mora en nosotros, una ley que obedece al pecado. Nuestro hombre interior es espiritual, y ese hombre quiere hacer lo bueno, pero luego nuestro hombre exterior que es carnal, quiere hacer lo pecaminoso. Esta dualidad permite en nosotros elegir entre lo bueno y lo malo. Esto podría ser la visualización de nuestro libre albedrío. Aquí es donde se decide si ponemos a Dios en primer lugar en nuestras decisiones.

Aplicación: Dejemos de vivir bajo la ley, donde una regla aplica a todos, sino más bien busquemos a Dios personalmente y que nuestra fe en él sea el que forme las convicciones en nuestras vidas. Saquemos el control que tiene el pecado en nuestras vidas que es esta ley sin fe, estas convicciones impuestas sin amor, de esta forma el pecado no tendrá control sobre nosotros.

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