Sacrificio perfecto

Hebreos 9

En el antiguo testamento el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimos cada año con sacrificios y sangre para la purificación de sus propios pecados y los del pueblo. La sangre de toros, machos cabríos y becerros los purificaba y de esa forma estar en comunión con Dios. Esto se hacía en el tabernáculo construido por humanos aquí en la tierra.
Pero ahora estando Cristo presente, nos espera en el tabernáculo no hecho de manos y perfecta en el cielo, donde Cristo el sumo sacerdote entró al lugar santísimo no con sangre ajena sino con su propia sangre para purificarnos una vez y para siempre. Cristo es la perfección de todo lo que nosotros hacíamos. Cristo no está teñido con pecado sino es santo y puro y por eso es que su sacrificio fue perfecto y solo necesario una vez y para siempre.
Y así también está establecido para nosotros que muramos una sola vez y después de esto el juicio. Todos nosotros vamos a ser juzgado por Cristo en el juicio, donde todo se pondrá a luz. Para estar preparados para ese juicio lo único que tenemos que hacer es recibir ese sacrificio que Cristo hizo por nosotros y hacer morir nuestros pecados y ser purificados por la sangre perfecta de Cristo. Esto nos salvará una vez y para siempre.

Aplicación: Nunca de debo de olvidar lo que Cristo ya hizo por mí. Yo ya estoy muerto al pecado y mi vida debe ser una ofrenda agradable a Dios. Mi vida debe de cumplir el propósito que Dios me ha dado. Necesito conocer el propósito y plan que Dios tiene para mí y eso solo se puede estando en comunión con Él. Si me siento perdido o sin rumbo es porque no he pedido a mi Padre direcciones. Debo de ubicarme y hacer su voluntad.
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