La lengua

Santiago 3:1-12


La palabra de Dios dice que muchas veces ofendemos con las cosas que decimos. Que es común entre los hombres decir cosas sin pensar o decir cosas sin freno. Dios describe esto como un fuego, algo destructivo e hiriente. Dice que si somos incapaces de domar nuestra lengua, entonces también somos incapaces de domar nuestros cuerpos. Hace la misma relación con un caballo que es dirigido por su boca y un barco es que controlado por un pequeño timón. Así también nosotros, aunque es un miembro muy pequeño pero este controla nuestro andar. Dice que con nuestra misma boca alabamos a Dios y en seguido maldecimos a los hombres. Por nuestra boca sale tanto bendición como maldición, agua dulce y agua amarga, y esto no puede ser.


Dice que debemos domar nuestra lengua. Dice que la persona que no ofende cuando habla es perfecta. Dios dice que debemos poner freno en nuestra boca y así podremos frenar nuestro cuerpo. Yo creo que la lengua es muy mala y traviesa si no está bajo la voluntad de Dios. Uno puede pensar que debemos domar nuestra lengua con nuestras propias fuerzas, pero la realidad es que si lo entregamos a Cristo junto con nuestras vidas, Dios mismo va hacer este cambio en nosotros. Conforme vamos conociendo más y más de la voluntad de Dios, vamos a ser más sabios, y las palabras del sabio es como medicina. Así que una lengua no bajo la sujeción de Cristo, es fuego, pero bajo la voluntad de Dios, es domado. Por nosotros mismos no lo podemos hacer, pero con la ayuda de Dios llegamos a ser varones perfectos.

Aplicación: Me doy cuenta que muchas veces ofendo con mis palabras sin querer. A veces me falta tacto, o sabiduría o simplemente saber cuándo detenerme antes de decir algo que ofende. No son ofensas ni cosa parecida sino me falta el amor de Dios cuando hablo. Me falta sabiduría de lo alto y amor. Dios ayúdame a someter mi lengua a ti. Ayúdame a ser más sabio y a hablar con amor que proviene de í.

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